lunes, 23 de noviembre de 2009

Tacones de Aguja - Fascinación & Seducción

(Créditos del Report: www.notodo.com)

Sirven para atacar y para defenderse. Para ganar aquel centímetro que la naturaleza no nos quiso conceder. Sirven para andar como si siempre estuvieran tocando una música muy sensual y para que un simple vestido de mercadillo se transforme, de repente, en la prenda más elegante. Pero, sobre todo, sirven para seducir. Hay muy pocas cosas a las que las mujeres se mantienen fieles durante toda su vida y los tacones de aguja son una de ellas. ¿Dónde nace y cómo evoluciona el mítico stiletto que añadió una nueva regla a los manuales de amor y se convirtió en un arma fundamental en la guerra de los sexos? Una pequeña pero perfecta exposición contesta a ésta y a más preguntas, desvelándonos, por lo menos en parte, los secretos de la seducción.

El zapato de tacón de aguja nació en 1940, cuando Christian Dior (y cómo no) presentó su célebre colección New Look, pero hubo que esperar hasta los años 50 para que se empezaran a producir tacones lo suficientemente sólidos y resistentes para su comercialización. El centro de producción de los mejores zapatos de aguja fue (aquí también cabe repetir: y cómo no) Italia y en particular la ciudad de Vigevano, cerca de Milán, donde había un ejercito de zapateros y artesanos que juntaron su pericia con el talento de algunos emprendedores de la zona, haciendo de ésta la capital mundial del calzado durante mucho tiempo. Algunos de los espléndidos zapatos presentes en la exposición Tacones de aguja. Fascinación y seducción –que permanecerá en el Museo del Traje de Madrid hasta el próximo 30.08– provienen del Museo del Calzado de Vigevano, pero también hay magníficos ejemplares que forman parte de prestigiosas colecciones privadas, como las de Manolo Blahnik, Jimmy Choo o Christian Louboutin. Además de ser una muestra completa y exhaustiva, que celebra el Made in Italy (todos los zapatos expuestos han sido realizados en Italia), Tacones de aguja. Fascinación y seducción es también una exposición fresca y divertida. No hace falta ser una fashion victim para apreciar el valor de esas joyas de artesanía que juegan con todos los materiales, los colores y los diferentes conceptos de seducción: desde el encaje más romántico a la piel y al charol más agresivos, pasando por el satén claro que nos recuerda antiguos salones de baile que huelen a colonia y a violeta. Así como no hace falta ser un aficionado a las marcas de moda para reconocer la elegancia de un zapato de Dior, la originalidad de uno de Jimmy Choo, la extravagancia de uno de Manolo Blahnik o la irreverencia de uno de Andrea Pfister. Tampoco hay que ser una mujer para que nos guste esta exposición, que por homenajear de esta forma tan original las relaciones sentimentales, es más bien un placer que puede ser disfrutado en pareja y por todo tipo de pareja. Con la condición, eso sí, de que luego sepamos aprovechar los sutiles consejos de seducción que nos proporciona.

Si tras habernos aprendido bien la lección queremos correr a ponerla en práctica, podemos pasar por la espléndida tienda madrileña de Jimmy Choo (C/ Ortega y Gasset, esquina con C/ Claudio Coello, como no podía ser de otra manera) o por la de Louis Vuitton, que se encuentra justo enfrente, o por el escondidísimo y precioso establecimiento de Manolo Blahnik en el número 58 de la Calle Serrano. Encontrarlo será una empresa ardua, pero estas preciosidades que volvían loca a la protagonista de la serie Sexo en Nueva York merecerán plenamente el esfuerzo. Si luego en nuestras cuentas bancarias no queda tanto como para poderse permitir estos caprichos, siempre podemos dar una vuelta entre las burbujeantes y supercoloradas creaciones de Pilar Burgos en Madrid, Barcelona y otras ciudades españolas. Nuestra pareja seguro que no notará la diferencia.

museodeltraje.mcu.es

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